En general, a los arquitectos y arquitectas les gusta hablar sobre cuánto influyen sus diseños en las comunidades, y tiene total sentido que lo hagan. Al final, los espacios físicos y diferentes factores sociales influyen en cómo se siente cada individuo al habitar la ciudad o al ocupar un edificio. Sin embargo, ¿todos los proyectos responden a todos los usuarios de la misma forma?
Nos propusimos cuestionar la manera en que la arquitectura se aproxima a la comunidad LGBTQIA+, a través de una convocatoria abierta en nuestras redes sociales, recogiendo el testimonio de nuestros lectores sobre cómo viven estos espacios y cómo sería posible representar, también, a la propia comunidad en el campo arquitectónico.
Esta acción busca presentar un pequeño panorama que nos ayude a comprender en qué puntos se enfrentan actualmente la profesión y la sociedad, en relación a personas de diferentes géneros y orientaciones sexuales. Entre las 87 respuestas recibidas, para las tres preguntas formuladas durante un período de 24 horas, seleccionamos algunas que explican más claramente la realidad experimentada por estas personas, quienes –a pesar de algunos avances y contrario a lo que creen muchas personas– todavía son afectados por distintos tipos de violencia y falta de representación.
Como arquitectos: ¿cómo deberíamos representar a la comunidad LGBTQIA+?
Reforzando la memoria espacial de nuestra comunidad, divulgando sus producciones recientes, cuestionando nuestro patrones de 'diseño universal', luchando por posiciones políticas dentro de nuestra propia disciplina, y por sobretodo, cuestionando toda visión cis-hetero-blanca-clasista de la profesión.
Clevio Rabelo, 41, gay. Fortaleza, Brasil.
Evitando clichés como pintar el edificio con la bandera LGBTQIA+ o creando un bar o un barrio gay. Más que eso, hay que crear espacios que junten y mezclen a las personas, independiente de su identidad de género, donde no se sienta ninguna presión.
Sebastián Campos, 25, homosexual. Santiago, Chile.
No necesito un trato especial, solo quiero ser aceptada.
Mujer anónima, 27, lesbiana. Alemania.
Compartiendo las plataformas que existen con estas personas. Además, fomentando que la educación arquitectónica se promueva entre los jóvenes LGBTQIA+ como una carrera en la que su identidad puede ser apoyada, ya que muy probablemente traerá nuevas perspectivas en el diseño en sí mismo. Un buen ejemplo sería que las firmas de arquitectura tengan empleados y una cultura que ayude a crear espacios cómodos para todos. Crear becas para personas de estas comunidades y también exponer sus ideas en conferencias de arquitectura.
Cami, 30, Bend, género fluido. Estados Unidos.
La comunidad LGBTQIA+ también debe ser incluida en esta lucha, ser escuchada, ser un vector de proyecto, ser entendida como una potencia para la arquitectura.
José Henrique Carrari Filho, 28, gay. Jaguariúna, Brasil.
Luchando por la inclusión dentro de las oficinas, salir del closet en un entorno profesional, crear eventos educativos dentro y fuera de las oficinas, fomentar el diseño inclusivo y tratar de convencer a los clientes de agendas inclusivas, como instalar baños unisex en lugar de baños separados por género.
Pedro Camara, 34, gay. Nueva York, Estados Unidos.
Es difícil explicarlo con palabras. Quizás rehacer las normativas y cambiar la forma en las que se establecen los límites de espacios verdes dentro de una manzana ¿Por qué no crear vacíos dentro de las manzanas que sean para todos? ¿Por qué no romper con las medianeras?
Carla, 26, bisexual. La Plata, Argentina.
Espacios no binarios que le quiten fuerza e importancia a los espacios que en lo privado son espacios mixtos y en lo público se guían y se construyen en torno a heteronormas que privilegian el binarismo, generando violencia y segregación para las personas que no consideran su identidad de género como una sexualidad binaria. Así, al ser mixtos en lo privado, deben extender su uso mixto hacia lo público.
Diana Lancheros, 28, heterosexual. Bogotá, Colombia.
En los espacios unisex hay muchas maneras diferentes de entender lo que es masculino o femenino. Dejen de etiquetar los proyectos o espacios como masculinos o femeninos. Los espacios sobrios, ásperos y oscuros se consideran masculinos, y los suaves, coloridos y llenos de detalles se consideran femeninos. El etiquetado es realmente asqueroso.
Josh, 42, homosexual. Badajoz, España.
Como un impulso innovador y comunitario hacia espacios donde la seguridad se basa en la justicia social y no en la represión y el control. Como una fuerza educativa de autoconciencia e inclusión para ser representada en las escuelas en lugar de en los medios de comunicación. Como un movimiento rebelde contra una sociedad patriarcal cis-heterosexual en torno a la cual se construye el capitalismo y su estructura jerárquica; una estructura que está bien representada por los individuos firmes y más glorificados en el campo de la arquitectura.
Adriano, gay. Roma, Italia.
Con espacios alejados de los prejuicios típicos y los colores que representan a la comunidad. Más bien, con entornos amplios e iluminados, alejados de los estereotipos, y que representen lo que se busca: inclusión y diversidad dentro de un margen donde todos quepan y se observen unos con otros; que fluyan, que se sientan frescos como cuando uno siente al aire costero en la cara.
Carlos, 35, gay. Santiago, Chile.
Creando espacios innovadores que puedan cambiar las normas y la mentalidad de la sociedad.
Chirag Adhri Das, 21, bisexual. India.
¿Qué espacio privado o público te hace sentir libre de expresar tu sexualidad?
Mi casa. Porque los espacios públicos significan que habrá personas, por lo tanto, peligro.
Mathieu Chollet, 32, gay. Lausana, Suiza.
En mi casa. Sin embargo, como vivo con mis padres, únicamente cuando estoy solo. En entornos públicos el campus de la UFPR es bastante liberador: mucha gente pasa y pocos se preocupan por la vida de otras personas, además de ser un lugar donde las cosas tienden a ser más progresistas, a pesar de algunos estudiantes.
Eduardo de Souza, 20, homosexual. Curitiba, Brasil.
La calle cuando nos la apropiamos para marchar, los bares feministas. Cualquier lugar donde se haga un evento feminista.
Mart, 19, no binarie y bisexual. Córdoba, Argentina.
Siempre me siento segura dentro de las casas de aquellas personas en las que confío, pero los espacios públicos también son relativamente seguros en los Países Bajos. Me sentiría más inclinada a expresar mi orientación en espacios que se sienten más privados, en un bar o en las calles. No evito los besos de despedida en una estación central, pero me hacen sentir mucho más consciente de lo que las otras personas podrían pensar, ya que es un gran espacio público con pequeñas áreas privadas. Muchas personas pueden verte y nunca sabes cuál es su opinión sobre estas cosas.
Anna, 20, bissexual. Delft, Países Baixos.
El espacio virtual
Clevio Rabelo, 41, gay. Fortaleza, Brasil.
Baños sin designación de género. Es lo más cómodo. Así como en casa no se dividen baños de hombre versus de mujer en espacios públicos, debemos incluir espacios sin género, que quizás podrían promoverse como baños residenciales para así invitar hasta al más homofóbico y no sentirse bombardeado por términos que no tienen familiaridad ni significado familiar para ellos. Hay que nivelar el lenguaje/simbolismo a la par de la arquitectura.
Cami, 30, Bend, género fluido. Estados Unidos.
Es complicado porque me siento libre en un parque con zonas verdes, pero muchas veces estos son los escenarios de mayor violencia en contra las personas LGBTQIA+. Sin embargo, dentro de cada ciudad existen espacios homosociales que por tradición permiten a la población LGBTQIA+ sentirse libres y seguros.
Eliana Villa, 22, bisexual. Barranquilla, Colombia.
¿Qué tipo de entorno construido te hace sentir más libre y segura/o en relación a tu orientación sexual?
¿Un club nocturno? Es una respuesta tan débil que hizo darme cuenta de que necesitamos algo fuera de un club nocturno para expresarnos y sentirnos seguros al mismo tiempo.
Carlos, 30, gay. Guadalajara, México.
Creo que lo que hace difícil expresar nuestra identidad es no saber cómo pueden reaccionar los extraños. Grandes espacios abiertos con poca privacidad y muchas personas son más intimidantes que pequeños espacios privados. Una excepción pueden ser las salas de conciertos. La música que escucho atrae a personas con mi misma opinión, por lo que parece ser un espacio seguro.
Anna, 20, bisexual. Delft, Paises Bajos.
Espacios públicos, pero no infinitamente abiertos (como un bosque, por ejemplo). Me gusta sentir que puedo controlar un poco los accesos, por si alguien me sigue o algo me pone en peligro.
Montserrat, 33, bisexual. Ciudad de México, México.
Ambientes que no son vistos por el público, pero que están llenos de luz y transparencias. Por ejemplo, un edificio rodeado de un jardín o una ventana con una pantalla que me permite ver el exterior sin ser visto desde mi apartamento.
PY, 42, gay. Bruselas, Belgica.
Creo que los espacios seguros requieren desarrollar más aspectos que sólo el entorno construido. Los gays ya han sido atacados en la Avenida Paulista [São Paulo], donde hay buena iluminación, fácil acceso, flujo de personas, amplias aceras, cámaras...
José Henrique Carrari Filho, 28, gay. Jaguariúna, Brasil.
En un entorno donde las personas se pueden expresar libremente y los demás también puedan hacerlo. Hay que respetar la opinión de cada uno.
Davis, 25, homosexual. Quito, Equador.
Nota: Aunque la intención original fue recibir, curar y seleccionar reflexiones de toda la comunidad LGBTQIA+, lamentablemente nuestro equipo no recibió respuestas TIA durante el periodo de la convocatoria publicada en ArchDaily, ArchDaily en Español y ArchDaily Brasil.